Reserva

Un Vino Reserva es el que ha pasado, al menos, tres años completos de envejecimiento aunque su tiempo de permanencia mínimo en barrica sea de un año (como en el caso de los vinos crianza). Son vinos sofisticados y complejos que han sido seleccionados por su enorme calidad y se comercializan en su cuarto año.

El origen de esta calificación está en los propios viticultores, que reservaban sus mejores vinos con el objetivo de que ganasen en sabor y aroma. De esta forma, se prioriza la calidad y los vinos ganan en las cualidades aportadas por su largo paso por barrica. El vino reserva se caracteriza por su cuerpo, solidez y sabor intenso. Su estancia en barrica le aporta una importante presencia de matices procedentes de la madera. A cambio, pierde su frescura y presencia de aromas frutales, lo que lo convierte en un vino “más hecho”. En cuanto a su color, los tonos rojos van dando paso a matices amarillentos, como signo de su larga crianza. Para la producción de vinos tinto reserva, se eligen aquellos elaborados con uvas de variedades que evolucionen bien con el paso del tiempo. Destacamos la uva autóctona Tempranillo. También son comunes, para este tipo de vinos, las variedades Graciano, Merlot, Cabernet Sauvignon y Garnacha. Se suelen emplear barricas de máximo 330 litros para su crianza y el tiempo estimado de permanencia del vino en ellas, varía de una denominación de origen a otra. Por su fuerza, aroma y sabor, el vino tinto Reserva es perfecto acompañando platos contundentes de carne como el solomillo o entrecot de buey, jamón ibérico o platos de charcutería. También maridan a la perfección con arroces, setas y carnes asadas. Se sugiere servirlo a temperatura entre 16-19º. Y decantarlos para disfrutar cada uno de los incontables matices de este tipo de vinos.