Carmelo Rodero procede de una familia con una amplia y arraigada tradición vitivinícola en el corazón de la Ribera del Duero. De hecho, es ya la cuarta generación dedicada al negocio del vino. Y a mediados del siglo XX, sus abuelos fueron socios fundadores de la Cooperativa Vinícola de Pedrosa.
Siendo adolescente, comenzó a cultivar la tierra. Se desvinculó de la cooperativa y, durante 14 años, vendió las uvas que cultivaba en sus 30 hectáreas de terreno, a la bodega Vega Sicilia.
En 1.990 inició su propia trayectoria bodeguera, presentando su primer vino en 1.991. En la actualidad, ha incrementado el número de tierra hasta 80 hectáreas y ha finalizado la construcción de su moderna bodega.
Sus "perlas negras”, como le gusta denominar a las uvas que cultiva, son sinónimo de calidad en Ribera del Duero. Y, cada año, los críticos especializados valoran positivamente sus vinos.